Un poco de historia

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Aunque los datos indican que el cambio climático inducido por el hombre comenzó con la Revolución Industrial, la concienciación sobre el problema nace a finales del siglo XX, cuando el agujero de la capa de ozono atrae la atención de las organizaciones medioambientales sobre las emisiones de gases a la atmósfera. En 1987 se firma el Protocolo de Montreal para reducir las emisiones de CFC y en 1992 ya se aborda el calentamiento global en la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático.

En 1997 se firma el Protocolo de Kyoto, impulsado por la ONU, donde ya se habla de cambio climático y se marcan objetivos de reducción de emisiones de los gases más contaminantes. Por desgracia, los países más contaminantes en ese momento (EEUU y Australia) no ratificaron el acuerdo, y muchos que sí lo hicieron no se comprometieron realmente en su ejecución.

En 2015 se firma el Acuerdo de París, más ambicioso, que pretende limitar el aumento de las temperaturas a 1,5ºC respecto a la época preindustrial. Aunque esta vez EEUU sí suscribió el acuerdo, su posterior retirada del mismo en 2017 vuelve a comprometer su ejecución.

En paralelo, el activismo fue ganando fuerza en la calle. En 2009 se mostró una gran capacidad de movilización a nivel mundial en el Copenhagen Summit de la ONU, para solicitar un acuerdo global sobre el clima. En 2014, y ligadas a la Conferencia por el Clima de Nueva York, las marchas por el clima marcaron otro récord de movilización. Desde entonces, el activismo por el clima ha crecido exponencialmente hasta desembocar en el actual llamamiento a la huelga por el clima que empezó en 2018 en torno a la figura de Greta Thunberg.

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